7 junio del 2008 lavanguardia.es
Los repartidores de bebidas y alimentos de la hostelería piden más control de la carga y descarga para evitar problemas de tráfico
Es una de las asignaturas pendientes de la movilidad de Barcelona. Y de las de más difícil resolución. Los vehículos de reparto de mercancías siguen siendo un problema para la fluidez del tráfico. Y, dentro de este sector, los que distribuyen bebidas y alimentos de hostelería, restauración y catering –conocido por el acrónimo horeca– son los que padecen y provocan más tensiones. Este sector es estratégico para una ciudad que quiere seguir siendo capital económica y turística. En la actualidad, mueve 450 camiones y 250 furgonetas, de una treintena de empresas, que transportan 37 millones de bultos al año. La patronal y el Ayuntamiento han acordado buscar soluciones conjuntas para mejorar la situación. Entre las cuestiones que las empresas han planteado está la intensificación del control de las zonas de carga y descarga y su participación en la definición de los mapas de estas plazas, de modo que sirvan mejor a las necesidades de la distribución y se eviten molestias sobre el tráfico.
Representantes de Adiscat (Asociación de Empresas de Distribución y Logística de Bebidas y Alimentación de Catalunya), que agrupa a unas 150 empresas – el 80% del sector-, han mantenido varias reuniones con responsables municipales, una de ellas con el alcalde, Jordi Hereu, para tratar estos asuntos. Entre las decisiones que se han tomado está la creación de un grupo de trabajo dedicado a la horeca.El objetivo de la patronal es dar continuidad al trabajo que ahora se inicia en Barcelona en las ciudades de más de 10.000 habitantes.
Se da la circunstancia de que los desplazamientos de camiones y furgonetas – todos, no sólo los de horeca-no han cesado de crecer en número los últimos años (véase el gráfico), debido al incremento de la actividad económica, fenómeno que ahora ha comenzado a variar debido al cambio de ciclo. En el mismo tiempo, el parque de estos vehículos ha descendido, sobre todo por la modernización del material móvil y de los sistemas de gestión.
«Nuestra actividad es muy compleja porque hacemos un reparto muy capilar, a un gran número de establecimiento por toda la ciudad y a lo largo de todo el día», destaca José Manuel Fernández, director ejecutivo de Adiscat. A diferencia de otros sectores de la distribución, este no puede concentrar su trabajo en determinadas franjas horarias, como hacen, por ejemplo grandes cadenas de supermercados que se surten de sus propias plataformas logísticas. Cuando un bar se queda sin cervezas, las necesita con cierta urgencia.
Fernández considera que «Barcelona es una ciudad ordenada que, gracias a la disposición de sus calles, debería facilitar nuestro trabajo». Pero, a su juicio, no siempre sucede así. A pesar de disponer de un número importante de zonas de carga y descarga, más de 12.000, su ocupación indebida es destacable. «Hace falta más control – insiste-, es habitual tener que estacionar en otros lugares, con las molestias que esto supone, y la multa al final se la lleva el repartidor».
El concejal de Movilidad, Francesc Narváez, reconoce que la gestión de la movilidad específica de este reparto no es sencilla. «Son muchos vehículos, con un gran número de movimientos», recuerda Narváez, quien asegura que el Ayuntamiento está encima del asunto al tiempo que se muestra abierto a tratar «los asuntos que nos planteen». Eso sí, el edil defiende el trabajo de los vigilantes de BSM y de la Guardia Urbana: «Los repartidores se quejan de las multas y de la acción de la grúa, pero los propietarios de los coches que ocupan estas plazas protestan por lo mismo».
Estas infracciones, ya sea porque el vehículo que las usa no está autorizado o porque se excede en el tiempo de utilización permitido, dio pie a 33.353 denuncias en el 2007. Y en lo que va de año, a otras 11.775. Son cifras de todas las infracciones, tanto las de los vehículos de reparto como las del resto. Al no disponer el Ayuntamiento de los datos desglosados, no puede saberse quién se salta más la normas. El Eixample es el distrito que tiene estas zonas más ordenadas – están en los chaflanes- y es, según la Guardia Urbana, el más vigilado.
Los vehículos no deben estacionar en el mismo punto más de 30 minutos y tienen que colocar en un lugar visible un disco que indica el tope horario en cada caso. El director de Adiscat considera que este margen de tiempo es insuficiente. «En nuestra actividad es habitual repartir a una decena de establecimientos distintos desde un mismo punto – explica Fernández- y con sólo media hora a veces es imposible».
Peor lo tienen las zonas que no disponen de plazas comerciales y, de manera especial, los barrios con calles estrechas, como los de Ciutat Vella y los otros cascos antiguos (Gràcia, Sarrià, Sant Andreu…). «En estos casos – añade el responsable de la patronal- los repartidores tienen que cubrir largos recorridos con las carretillas o aparcar en lugares no permitidos». Es en estas áreas donde la presencia de vehículos de distribución de horeca provocan más molestias al resto del tráfico.
Hay otro problema que Adiscat quiere tratar con el Ayuntamiento: la falta de acondicionamiento de ciertos hoteles de zonas de nueva urbanización – como el entorno del Fòrum- para admitir en sus muelles de carga y descarga los vehículos de reparto de bebidas y alimentación.»Ya que son establecimientos nuevos – comenta Fernández- deberían estar preparados para nuestra actividad, de lo contrario tenemos que ocupar la calle».
INTENTOS CON VEHÍCULOS ELÉCTRICOS
Barcelona ensayó el año pasado el reparto con vehículos eléctricos en el eje comercial de Sant Andreu. Las mercancías llegaban en camiones a una base, en Fabra i Cotas, y desde allí se distribuían en furgonetas ecológicas a las tiendas. Las de horeca no participaron porque necesitan más potencia y espacio. Con todo, la experiencia no convenció suficiente ni a los comerciantes ni a los responsables municipales. “Hay aspectos que mejorar, pero es una estrategia interesante”, afirma el concejal de Movilidad, Francesc Narváez. El Ayuntamiento quiere volverlo a probar en Poble Nou.